lunes, 29 de agosto de 2011

¿¿GUERRA DE SEXOS EN EL SIGLO XXI?? No, gracias. Parte III



Recuperando la entrada anterior nos planteábamos tres dudas fundamentales a desarrollar, que son: ¿aprendemos igual hombres y mujeres y viceversa? ¿Nos motivan lo mismo a hombres y mujeres y viceversa? ¿Qué partes cerebrales funcionan más en hombres y cuáles en mujeres, y en este caso, sin viceversa?

¿Aprendemos igual hombres y mujeres y viceversa?

NO. Los hombres somos cazadores, las mujeres son recolectoras, es decir, mientras el hombre pretende marcar una meta en un cercano horizonte y luchar para llegar a ella de forma rápida, eficaz, y más que posiblemente de manera eficiente; la mujer va a conocer lo qué rodea la meta, cuál es la idiosincrasia de la meta, en qué le va a reportar cosas positivas o negativas, qué consecuencias tiene y qué uso futuro le podrá dar… por ejemplo: “Es importante hablar inglés para aprobar el examen”.

Bien, ejemplo XY: el hombre estudia todo lo que pueda*, (habitualmente siempre menos de lo que puede, y concretamente en este caso) lo hará de forma metódica, rápida y eficaz, a un solo color, a una sola letra (con CPU para los expertos), exprimiendo al máximo los conceptos tiempo y esfuerzo, o en su defecto se busca las artimañas para conseguir aprobar el examen (véase chuletas u otros).

Ejemplo XX: la mujer se postula si de verdad es importante lo que va a estudiar, qué beneficio obtendrá para ello y una vez visto que es necesario, organizará un plan de estudio más bien basado en el volumen de estudio que en el tiempo o el esfuerzo, es decir, vamos a ir poco a poco asimilando parte por parte, lo que no haga hoy lo haré mañana, si tengo que sacrificar otras cosas menos importantes da igual, debo hacerme una idea general y luego escudriñar punto a punto, epígrafe a epígrafe, resaltando las ideas principales para captar mi atención, subrayando las ideas secundarias, recalcando las ideas terciarias y reflexionando los ejemplos e ideas cuaternarias… por supuesto, las anotaciones en colores, utilización de notas y/o post-it y el manido recurso del esquema que relaciona ideas y posteriormente se verbaliza, en nada tiene que ver al resumen, del resumen, del resumen que utiliza el ejemplo XY. También utilizarán técnicas de asimilación curiosas a la par que efectivas como apuntarse en notas las cosas más importantes y pegarlas en el cabecero de la cama, un corcho, en la mesa o similar para repasar siempre esos conceptos antes de acostar o recién se han despertado.

¿Nos motivan lo mismo a hombres y mujeres y viceversa?

NO. Dinero, éxito, reconocimiento o aprobación, o simplemente el placer de aprender o ser, son distintos para unos y otras. Por ejemplo: ¿qué busca un hombre en una mujer para una posible relación? Atracción física, diversión, feeling, acción, originalidad, estilo, elegancia, afectividad y tolerancia. Una mujer busca: atracción física, seguridad o protección, estabilidad, entorno o posición social, inteligencia, predisposición laboral, cercanía, empatía, honestidad y exclusividad. Parecidas pero distintas, cada uno tiene el juicio de valor sobre lo que busca o no, pero, a rasgos generales coincides más con H o M en función de tu orientación sexual.

Por ejemplo, la motivación de un hombre al comprar un coche es comprarse el mejor coche, la mayor potencia, el mejor estilo y la marca más ostentosa (siempre que la cuenta corriente lo permita), una compra clasista y habitualmente poco rentable y muy barroca, es decir, el exceso por el exceso, si tengo que vender un coche a un hombre le diré ¿Te gusta conducir?, bien BMW, sabías lo que hacías. A la hora de vender un coche a una mujer deberíamos centrarnos en su funcionalidad, espacios, equipos que vienen de serie, consumo, gastos de mantenimiento o incluso el precio de un posible seguro, si tengo que venderle el coche a una mujer le hablaré de su gran maletero para sus escapadas y viajes, de lo accesible que son las 5 puertas, lo sencillo que se aparca y lo barato que le va a salir el consumo y su mantenimiento. Motivaciones distintas, queda claro, educacionales o genéticas, no lo sé, pero motivaciones distintas.

¿Están reñidas las dos formas de ver la compra de un coche? ¿Están en disputa los dos conceptos de búsqueda de pareja? Claramente no, de la disonancia, de la divergencia, de lo distinto surge lo bueno, por qué elegir solo desde nuestro punto de vista, si cuatro ojos ven más que dos, y si son ojos de distinto sexos tenderán a complementarse y a entenderse lo que provocará seguramente la mejor decisión.

Ahora bien, esa decisión, ese conflicto de intereses… seguramente es un intento de la propia sociedad a la que le interesa tal diferenciación por diversos motivos; ampliación de mercado, heterogeneidad en la oferta, manejar y dirigir la demanda, manipular el concepto hombre-mujer y verlos como un potencial cliente, retroalimentando y fomentando los estereotipos como fuente de diferenciación.

Si somos lo suficientemente inteligente deberíamos saber que compramos lo que nos venden y no lo que realmente queremos o necesitamos, es similar a lo que se produce con la información en función de que cadena, radio o periódico tendrás una forma de opinar o reflexionar, es decir, desinformación, pues evidente es que no podemos acceder a toda y con total objetividad y rigurosidad.

Analiza por qué te gustan las chicas con la tez morena de la playa y el pelo largo y sedoso, delgadas sin ser extremistas y con formas voluptuosas… pensarás que es lo que sexualmente te activa, o porque es guapa, o algo que las encanta… está buena!! En realidad es el pensamiento y sentir social lo que hace que te excites o te guste un prototipo u otro de mujer, rara vez esa sensación está latente en ti esperando a ser despertar para emerger; en el hipotético caso de que lo que realmente nos gustará de una persona fueran sus pies o sus manos el concepto sería distinto y tendríamos otro tipo de relaciones… ¿te imaginas? No, gracias.

Pero, para muestra un botón, en el siglo XVII y XVIII el prototipo de sex-symbol o mujer que producía deseo sexual era lo más blanca posible, entradita en carnes, por no decir gorda, y con el pelo recogido. Por lo tanto, y muy a tu pesar, quieres ser así o estar con alguien así, y en gran parte porque la sociedad ha querido que tengas ese deseo, eres un esclavo de la misma, como yo, como todos, en definitiva. Solo algún reducto revolucionario y transgresor intenta ser distinto, lo que ellos no saben es que ya hubo otros inadaptados o que intentaron cambiar el mundo, lo cual no es óbice para saber que se mantienen en una línea que también existe o existía y no es más que otro modelo que reproducir, seguir o en el que fijarse, marioneta tú, marioneta yo, fotocopias a color o en blanco y negro, pero casi fieles replicas unos de otros.

Continuará…


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