lunes, 8 de agosto de 2011

Redes sociales y otras carnicerías de Internet... ¿Qué hay hoy para comer...? Parte I


Facebook, Tuenti, Twitter, Badoo, Hi5, MSN, Myspace e incluso Google… es decir, más madera, más carnaza, más sitios donde colgar tu foto mirándote en un espejo poniendo morritos que tú crees sexy y no llegan a vulgar, deslumbrándote por el flash macarra que golpea el cristal; pincha en “me gusta” y es “algo” que admirar; explora, wassea, un privado, un evento o una sugerencia de amistad… ¿Dónde está la ficción, dónde comienza lo real? ¿Dónde están los besos y el abrazo fraternal? Los cambias, no te importa, no hay problema, donde esté un: “nos vemos, si eso… muaaks”.

Párate a pensar unos segundos y analiza: ¿Cuántos “amigos” están en tu red social y no conversas con ellos? ¿Cuánto tiempo “utilizas” para actualizar y ver tus redes sociales? ¿Cuánto tiempo pasas navegando entre fotos de “semi-desconocidos” curioseando y cotilleando como Patiño y Lozano, a las que criticas? Bien, ambos sabemos que no han sido unos segundos, quizás unos minutos, y ambos sabemos que tanto tú, como yo, y a pesar de lo que pueda escribir, seguirás on-line y preocupado de que fotos suben tus amigos de ti y a que enlaces interesantes puedes poner me gusta, porque no me gusta no hay…, aunque habrá.

¿El aburrimiento de la era de las telecomunicaciones nos impulsa realmente hacia esta vorágine de información innecesaria? NO, el aburrimiento sustenta necesidades innecesarias. Sí estás aquí probablemente no tengas algo mejor que hacer, pero quién ha dicho que esto sea malo o incorrecto; las redes sociales, por supuesto, y no el blog ¿por qué nos resulta incómodo si nos señalan como uno más de estas redes? o todo lo contrario, nos sentimos congratulados con nuestra posición quasianónima desde la que podemos despellejar, curiosear, boicotear, sabotear, ensalzar o criticar esto, lo otro o lo de más allá… Bienvenido al programa de Jorgeja… “…no es que yo no miro las fotos de los demás en…” JAInocente!! pero…, lo realmente cierto es que ni el mismo Basile lo habría hecho mejor que Zuckerberg, ni el mismo Zuckerberg era capaz de albergar un mínimo de esperanza de que esta moda digital cuyo leitmotiv es el morbo y el anonimato de los refitoleros, le iba encumbrar a la cúspide del éxito. ¿Añoras épocas pasadas? Sin embargo, eres un auténtico yonki devorador de redes.

Desde que el cara a cara se perdió, cuándo Brummel pujaba fuerte y cobraba sentido, cuándo el telefonillo sonaba sin parar y no anclado en la parsimoniosa armonía del cartero comercial; y en el preciso momento que tu cerebro no recuerde ningún número que empieza por nueve y si por seis, AHÍ, ahí dejaste de solventar con habilidad el mal trago de decir… “¿Está X? Si... Ah... es que soy un compañero de clase…

En realidad el “punch”, el gusanillo de conquistar, de hablar, de descubrir al otro con sus reacciones faciales, su lenguaje no corporal y la experiencia de probar si existe o no química… DEP, descansa en paz.

En este preciso instante irrumpe como un elefante en una cacharrería algo que no me atreveré a decir mejor o peor, pero seguro que diferente; donde un “jaja” amortigua cualquier frase picante, hiriente, sugerente, como con ánimo de acolchar cualquier futura respuesta, evitando la confrontación directa y el enojo del prójimo.

¿Te asusta que van a pensar? ¿Te asusta ser tú mismo? Esa inevitable sensación que te otorga esa pantalla fría e impersonal, te impregna y te domina, te raya y te castiga, cala hondo y te empapas de un sin vivir, un malestar, qué pensar, qué decir, qué pensará, qué dirá. No te ves capaz de dominar tus impulsos… tus dedos tiemblan o juegan con suma habilidad, golpean enérgicos letras sin parar en busca de un buen final, pero siempre está presente ese quebradero de cabeza producto de la lejanía, es decir, de la ausencia del lenguaje no verbal o del vibrar característico de una cuerda vocal, es decir, al final el instinto, el más racional y paradójicamente el más animal; el juez que todo lo sabe, el juez que todo lo ve, porque frases y palabras pueden con estilo decorar, pero un gesto que emana de un rostro de forma espasmódica o una voz rasgada y peculiar no pueden disfrazar la realidad, la verdad; si existe o no complicidad.

CONTINUARÁ...

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